
Participé en la subasta y reconozco que me los llevé casi todos porque yo también soy como los vinilos, una especie en extinción. Pero todo el aroma que lleva pujar, mirar, pagar, recibirlo, escucharlo nuevamente... me llevan a aquel chico que recogía discos de Discoplay o iba por las calles de Madrid o Barcelona buscando discos, escudriñando tiendas. Algunos discos ya los tenía pero estaban cascadotes y otros por el replacer de retenerlos, revalga la reparadoja.
Y me digo que cuando se es una especie en extinción no está de más volver de vez en cuando a los diecisiete.
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