Por eso y desde el sosiego de estar en otros sitios, veo que hemos ido transformando un país pisoteando muchas cosas. Recorría los pueblos de Bretaña y descubría talleres y artesanos, lugares y espacios relajados, actividades pensadas para el pueblo pero con el pueblo. La plaza de un pueblo la transforman en playa en verano y en poblado antiguo en invierno.
La Bretaña es un oasis de tranquilidad, un espíritu medieval recorre muchos pueblos. Me gustaron dos especialmente: Dinan y Josselin. Pero también encontré cosas en Rennes. Y luego estuve por Vannes y Nantes.
Después, al volver a España, descubro cuanto potencial tenemos y que bien se podría vivir si organizaran el cotarro personas decentes.
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