A mi me ha dado por acordarme de Carlos cuando lo llevaron de urgencia a Nueva York y posteriormente comentó que lo que le hizo seguir con ánimo fue precisamente ver que mucha gente se acordaba de él. Creo que hay que acordarse pero hay que escucharlo, sentirlo, quererlo.
Luis Eduardo Aute es muy grande. Es un genio porque desde su más tierna edad lo era. Escucho mucho sus 24 canciones breves y me reafirmo cada vez que lo escucho. Siempre que lo escucho me acuerdo de un viaje al Puerto de Santa María en moto con mi padre, él su mobylette y yo en mi vespino. En el mercado, un puesto de discos y allí lo compré por 300 pesetas. Era más o menos el año 78.
Si les dijera señores
que temo a la inspectora.
Si fuera un electrodoméstico
sería una secadora.
A mi es que me deja seco
que ya ni el ojo me llora.
Presiento que tras esta reunión
vendrá una reunión más larga
y yo no quiero que venga
porque a mi me amarga.
Me amarga , marga.
Y así seguía.
Para explicar en un claustro lo que me había dicho empezamos por aquí. Mi buen amigo Isidoro cogió la guitarra y se la cantó al personal. En el fondo nos lo pasábamos bien.
Aute en concierto no es de mis autores favoritos. Lo vi en el gran teatro Falla y noté que no estaba a gusto. Un poco al estilo Brassens: son tan genios, tan grandes, que sufren esa exposición a la gente. Pienso que Aute canta por necesidad pero que no disfruta sobre el escenario. Una vez también fui a verlo con mi hija a la sala compañía que vino a presentar un trabajo con Carlos Edmundo y Fernando Polavieja. Estuvimos hablando con él y nos dedicó un libro... bueno, a mi hija. Que todos somos un poco viejo sinvergüenza. Fue el 27 de abril de 2007.
Mientras sigo escuchando sus 24 canciones breves y rememoro sus 24 imágenes, le pido al cielo que lo deje con nosotros otros 73 años.
Salud, maestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario