sábado, 3 de noviembre de 2012

UN DÍA EN LA VIDA DE NATASHA FERNÁNDICH, POR FEDER DOCTOJEKILL

FEDER  DOCTOJEKILL
Natasha se levanta muy temprano pero en un pueblo de la sierra de Madrid, no en un puerto italiano. Más o menos a las siete de la mañana va al aseo, hace de pis y se vuelve a la cama.
Su incontinencia urinaria en su octavo mes de su tercer embarazo ha roto una de las tradiciones que mejor guardaba Natasha: dormir hasta el mediodía. Natasha trabajaba de enfermera tan solo tres días a la semana pero cobraba todos. Persona panteísta por naturaleza quería probarlo todo en esta vida, hasta lo malo, no fuera a perderse algo. Y así fue como conoció a su primer esposo, que no a su primer amor que de esos conocía todos los días uno a diario. Se llamaba Nikolas Golgol, y no era un apasionado del fútbol pero se la colaban con facilidad. Entre desavenencias, gritos, cuernos y tú mas, tuvieron dos hijos. En un estado de gran ociosidad llegaron al peor estado del malestar posible. Sis saber qué hacer en todo el día pero con la moncheta resuelta se dedicaban a cazar moscas con el rabo. Su reparto de las tareas era tan mezquino como ineficiente pues todo consistía en un quelohagaelotro. Aprendieron así los niños que la orfandad no es solo vivir sin padres, puedes vivir con ellos y estar huerfanito.
Por fin llegó la separación. Un alivio para todos excepto para los juzgados que tuvieron que tramitar denuncias diarias. Muchas inventadas tan solo con el innoble fin de hacer daño. Natasha y Nikolas se odiaban como nunca antes se habían amado. En su vida todo era pura contradicción y si normalmente los padres se pelean por la custodia de los hijos, Natasha y Nikolas llevaron a cabo la contraria puesto que ninguno de los dos la quería. Natasha es una madre antinatura que defiende los métodos naturales de la vida, el parto y la crianza. La naturaleza ante todo pero antinatura.
Las incongruencias fueron a más. El hermoso chalet que se hicieron    era tan ecológico que se quedó en el vacío existencial de una urbanización que nunca olvidará su extraño pasar. El colegio donde los niños asistían se desmayaba sobre si mismo al cerrar sus puertas desconsolado por tanta falta de humanidad.
A las dos de la tarde, Natasha sufre un vahído interconstitucional y vuelve a la cama. Está enfrascada en el estudio y poco a poco se va convirtiendo en una experta de la nutrición y la crianza. Ella, noble madre de niños desnutridos.
Siete de la tarde. Tras una breve siesta de cinco horas, Natasha se dispone a atender a su cita del día. Una mujer madura, pero madura, que ha decidido acudir a su consulta. No sabes, hermosa, a quien has ido a pedir consejo. Se juegan la vida saliendo de los caminos lógicos de la salud. Sectas con jamón en el siglo XXI. Tras una breve charla y un pase por caja de 50 euros, a otra cosa mariposa. Defensora a ultranza de lo natural, Natasha se alimenta de hierbas naturales... excepto cuando cae en casa de algún conocido o desconocido donde con perífrasis verbales vacía su despensa:
- Déjame que pruebe estas croquetas. Yo no las hago porque no soy partidaria del pollo cocido, pero quiero arriesgarme y ver si me sientan bien.
- Voy a probar este vino. Embarazada no debería tomarlo pero quiero saber si el feto se mueve y sufre los transtornos.
Inmediatamente el feto y Natasha se ponen a cantar elvinoquetieneasunciónnoesblanconiestinto y baila de forma ridícula porque afirma que eso hace feliz al bebé. El pobre no sabe donde está. 
Los engañabobos se han apoderado de todo. Son las doce de la noche y Natasha sueña en exportar sus ideas. Hoy tiene que acostarse temprano porque mañana saldrá por televisión. Sabe que lo que dice es peligroso porque ella lo sufrió en sus propias carnes. Sabe que lo que dice es una gran mentira porque su vida está llena de engaños. Sabe que lo que se consigue a cualquier precio es indigno pero aún así sigue adelante. La televisión está esperando, peligrosa, mentirosa e indigna.

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