Si algo aprendí en la Universidad de Dijon como alumna excelente es que hay que seguir, que la esperanza es prima hermana de la ilusión y que ninguna se pierden si van de la manita y llegan a casa antes de las diez y no hablan con extraños.
La vida es un cúmulo de desdichas y por eso hay que ponerle ketchup y cebolla frita, perdón, había leído salchicha y aún no he comido. La vida, decía, es para hincarle el diente. Eso es. Hay que seguir. Hay que seguir creyendo aunque la gente no crea. Y hay que dar amor, amor, amor aunque la gente te dé patadas en el culo. Hay que iluminar aunque suba las tarifas de la luz, y hay que sembrar aunque luego no te paguen las patatas.
Con mis mejores deseos de fin de año para que este 2012 acabe pronto te he preparado este magnífico montaje que me encontré en el correo de una amiga mientras de duchaba.
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